lunes, 6 de abril de 2015

Rhynchophorus ferrugineus

Antonio J. Pizarro

Esta entrada está dedicada a uno de los animales que más daño está haciendo en los últimos años en nuestro entorno y que tristemente es muy conocido por todos, tanto por encontrarlo frecuentemente en calles y campos, como por sus efectos nocivos. Nos referimos al picudo rojo.

Se trata de una especie de coleóptero de la familia curculionidae, originario del Asia tropical. Es un gorgojo de gran tamaño, entre dos y cinco centímetros. Su color rojizo ferruginoso lo hace inconfundible. La larva perfora galerías de más de un metro de longitud en los troncos.

Después de alcanzar el estadio final, la larva se envuelve en un capullo que construye con fibras de la propia palmera, donde se convierte en pupa para completar su reorganización física y convertirse, tras el proceso de metamorfosis en el insecto adulto. Este proceso puede tardar de menos de una semana a varias semanas, dependiendo de las condiciones medioambientales.

La vida media de este coleóptero, en el estadio adulto, oscila entre 45 y 90 días, dependiendo de las condiciones de su entorno: climatología, alimentación, etc. Desde que eclosiona del huevo hasta su muerte tiene una vida media de entre 130 y 200 días.

El picudo rojo, completa su ciclo biológico dentro del mismo hospedador, sin necesidad de cambiar de palmera hasta que esta ha sido destruida en su totalidad, es decir, hasta que el animal se queda sin alimento suficiente para la cría de la nueva estirpe o para el crecimiento del individuo. El individuo adulto manifiesta una intensa actividad diurna; es entonces cuando sale en busca de nuevos ejemplares de palmera para infectarlas y depositar los huevos de las nuevas generaciones. En el plazo de un año este escarabajo es capaz de completar hasta tres ciclos biológicos.

Sus plantas hospedantes son fundamentalmente de la familia de las palmeras, entre ellas Phoenix canariensis (palmera canaria) y Phoenix dactylifera (palmera datilera), muy frecuentes en nuestra localidad, aunque se han constatado ataques en otras especies incluyendo el palmito, Chamaerops humilis. Las plantas, cuando se ven afectadas por la plaga, sufren amarilleamiento y marchitamiento, pudiendo llegar a producirse la muerte del pie afectado. El control de esta plaga es complicado y por el momento, a falta de método seguro, se procede a la eliminación de los pies afectados y los que se sospecha pudieran estarlo, para evitar la propagación del insecto.

El picudo rojo se ha extendido a numerosos países, de África, Europa y América, ajenos a su área de distribución natural debido al transporte humano. En España la plaga apareció por vez primera en 1993 en Almuñécar. Tanto aquella vez como en las posteriores introducciones en diversos puntos de Andalucía oriental, Murcia y la Comunidad Valenciana, ha llegado a través de palmeras infectadas procedentes de Egipto u otros países del norte de África. Actualmente está afectando a todas las palmeras de las áreas más cercanas a la costa de los países del sur de Europa.

En 2005, la plaga se detectó en el palmeral de Elche, considerado el mayor palmeral de Europa. En América se reporta en las Antillas Holandesas (2009) y California, EE.UU. (2010).

La localidad de Rota también se ha visto muy afectada en los últimos años lo que ha obligado a talar gran parte de nuestras palmeras.


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